Después de repasar el número de palomares que hay en la zona
es obligado tratar el estado de los mismos, pues por desgracia ya está
muy equilibrado el porcentaje de los que se encuentran en buen estado y
los que están deteriorados o en ruina.
Palomar restaurado en Grajalejo. Imagen: Irma Basarte
La radiografía la hace nuevamente Irma Basarte: “El 55% de los
palomares que he inventariado están en buen estado, aunque esto no
quiera decir que las restauraciones que se han acometido se hayan hecho
con materiales tradicionales, pero el palomar al fin y al cabo se
considera salvado. Lamentablemente un 14% de los inventariados en esta
comarca su conservación es regular, de hecho, si no se restauran pronto
desgraciadamente pasarían a un estado peor y en algunos casos serían
irrecuperables. Seguramente que algún palomar que visité en su día ya
está en peor estado debido a las inclemencias del tiempo o por los
cambios de los cultivos. Otro ocho por ciento correspondería a palomares
en mal estado y un 23% ya se consideran ruinas o sólo restos. De todos
ellos, escasamente un 20% de palomares están en uso en la comarca, es
decir, que tienen palomas, pero de este 20% no llegaría ni al 15% los
que se cuidan y mantienen realmente para la cría de palomas”.
La carne de pichón tiene unas propiedades muy recomendadas y un alto
valor culinario. Esta carne está considerada como ‘carne roja’, al igual
que otras aves de caza como la perdiz o la codorniz, al contener un
elevado contenido en mioglobina que otorga el aspecto rojizo a la carne.
Como sucede con la mayoría de las carnes de ave, la de pichón es una
excelente fuente de proteínas y apenas contiene grasas.
También habría que incluir como valor añadido la producción de la
palomina, los excrementos de las palomas que se vienen utilizando
tradicionalmente como abono-fertilizante para las huertas, otro elemento
de subsistencia de las economías familiares de las zonas rurales.
Tierra de Campos cuenta con una gran variedad de palomares: redondos,
cuadrados, rectangulares, poligonales, con cubierta a un agua, a dos o
con cubiertas escalonadas. Dependía totalmente del albañil que trabajase
en cada pueblo. Es entendible que sean de tapial y de adobe en esta
zona de Sahagún, por ser materiales modestos típicos del entorno,
‘baratos’ y abundantes, al igual que son de piedra y con tejado de
pizarra en La Cabrera o en El Bierzo. La utilización de la tierra y el
adobe confiere al edificio unas virtudes térmicas muy interesantes al
conservar el frescor en las soleadas jornadas estivales y el calor en
los gélidos días invernales. Algunos de estos ‘chalets’ de palomas
cuentan con patios interiores, tanto los cuadrados, rectangulares como
los redondos, donde las palomas pueden tomar baños de sol sin ningún
peligro.
Palomar en Las Grañeras
Todos, eso sí, disponen de las obligadas troneras superiores o vanos que permitan el paso de las palomas, unos pasos que se puedan cerrar en un momento dado para capturar pichones, pero también para impedir que salgan las aves por un tiempo en el caso de tener que aplicar algún tratamiento veterinario. Últimamente alguno se llegó a construir de ladrillo e incluso de los ‘antiestéticos’ bloques de cemento que soportan mejor el paso del tiempo, que no requieren apenas mantenimiento, aunque ello rompa la belleza natural de los materiales del entorno.
Aunque muchos palomares se parezcan entre sí, no hay ninguno igual,
pues cada uno tiene sus detalles, su personalidad, su forma peculiar que
lo distingue del resto. Lo primero que se tenía en cuenta a la hora de
levantar un palomar era su situación, fuera o dentro del pueblo, pero
siempre orientado al mediodía para que el sol diera de lleno, algo al
parecer imprescindible para las palomas. En el interior hay mil detalles
que cuidar, especialmente en los que se refiere a la disposición de los
nidales. Estos se disponen en las paredes del palomar a ‘tresbolillo’,
con las celdas hechas con el juego de los abobes o excavados en el
tapial, necesarias para que el ave anide y duerma resguardada de
posibles enemigos naturales.
En pocos años desaparecerán la mitad de los palomares de la comarca
Hay que hablar de la personalidad que de por sí tiene las
construcciones de barro como el palomar, que adquiere un mayor valor
plástico al considerarlo dentro del paisaje, con sus formas rotundas y
simples, personalidad que en el caso del palomar aislado queda realzada
por el protagonismo de su propia masa en un paisaje horizontal y
despejado. Una característica que generalmente llega a constituir un
denominador común en casi todas las edificaciones son los remates y
adornos en forma de cenefas, celosías, pináculos… que casi
sistemáticamente adornan las cumbreras y puntos altos de los palomares,
cuya razón puede admitir más de una explicación ya que estos remates
singulares podrían interpretarse como elementos para llamar la atención
de las palomas en vuelo.
Palomares religiosos
A falta de los suficientes palomares que reúnan las condiciones
mínimas de ‘habitabilidad’ y de dueños que los mantengan, en varios
pueblos de la comarca se han habilitado de forma espontánea palomares en
las iglesias que acogen a palomas huérfanas de vivienda, concretamente
en torres, troneras, naves y capillas de los edificios religiosos, donde
las aves encuentran las cavidades necesarias para pasar la noche y para
anidar y criar su prole. La altura de estas torres/espadañas confiere
la seguridad necesaria al hacerlas prácticamente inaccesibles. Las
palomas encuentran un espacio libre de enemigos ‘de dos patas’, mientras
que los depredadores naturales lo tienen realmente difícil. Eso sí, no
hay aprovechamiento de pichones en estos palomares a no ser que las
troneras tengan posibilidad de acceso y se cuente con el permiso
parroquial para hacer inclusiones de descaste.
Los 'regalos' de las palomas en la iglesia de La Trinidad, en Sahagún, hoy auditorio municipal
No son las palomas tan sucias como las cigüeñas en lo que a las
molestias con los templos se refiere, pero qué duda cabe que la palomina
que generan también provoca alguna que otra gotera al bloquear las
canales de las cubiertas que las aves utilizan como pistas de
aterrizaje, despegue y solárium.
Publicado en el periódico Sahagún Digital