Os invitamos a conocer y a poner en valor los palomares tradicionales que hay a lo largo y ancho de nuestro país.
YA ESTÁN A LA VENTA nuestros dos utópicos libros de Palomares Singulares de España #PalomaresSingulares #SalvemosLosPalomares
Esta tarde, a las 20.00 horas, la iglesia de San Esteban en Villamayor de Campos será testigo de un evento cultural destacado con la presentación de los libros ‘Palomares Singulares de España’ de Irma Basarte y José Benito Ruiz. Basarte compartirá su apasionante trabajo sobre la importancia de los palomares como patrimonio cultural y etnográfico.
Los Libros
‘Palomares Singulares de España. Libro 1: Valor etnográfico y paisajístico’: Un recorrido gráfico por los palomares más singulares de España, con imágenes geolocalizadas y un completo mapa de ubicaciones.
‘Palomares Singulares de España. Libro 2: Los palomares de Castilla y León’: Un volumen dedicado a los palomares de Castilla y León, con un enfoque en su valor etnográfico y paisajístico.
Irma Basarte y José Benito Ruiz son los autores de esta obra monumental que busca preservar la memoria de estos elementos arquitectónicos tradicionales. Basarte, impulsora de la iniciativa ‘La utopía del día a día’, ha trabajado incansablemente para documentar y proteger los palomares de León y España.
La 28 edición de la Semana Cultural de Valdearcos arranca este lunes en la localidad; treinta años de andadura, con los dos años en blanco de la pandemia, dice mucho de la apuesta de esta localidad
Un fragmento de la portada de la obra de Irma Basarte.
«El tiempo pasa que es oro, y sumando y sumando llegamos al 30 aniversario de la fundación de nuestra Asociación, y sería también igual en número de Semanas Culturales si no hubiera sido por el maldito Covid»..
Así saludan los responsables de la veterana Semana Cultural de Valdearcos a sus vecinos. Ahí siguen «esos locos» —en expresión suya— que «allá por 1995 querían a toda costa mejorar la calidad de vida de un pueblo pequeño, de la tristemente denominada 'España vaciada', y arrancaron un proyecto ilusionante de mejoras en infraestructuras del pueblo (hasta lo que daba el dinero y la voluntad física que cada uno aportaba) y de recuperar el ambiente lúdico, cultural y festivo, que por aquel entonces se había dejado perder». Miran hacia el recorrido en el que «hubo buenos tiempos, peores y regulares, pero con el espíritu de su fundación, y aunque sea de la mano de, ya más bien, unos pocos, continuamos intentado que, al menos, durante una semana al año, nos congreguemos entorno a unos días en los cuales podamos disfrutar de un conglomerado de actividades».
Actividades que arrancan este lunes con un taller de manualidades: ‘Reciclaje y transformación de cajas de fresas’, impartido por Mayte Rodríguez a las 17.30 horas y por la noche (20.30 horas) la primera de las ponencias del ciclo, ’Una aproximación a la historia del Reino de León’, con Ricardo Chao. Este martes llega la segunda, sobre ‘Palomares Singulares de España’, de la mano de Irma ‘la utópica’ Basarte; que desde el año 2010, ha realizado el inventario de los palomares tradicionales de la provincia de León, ante la ausencia de un registro oficial por parte de entidades públicas o privadas.
El paisaje rural español es un mosaico de herencias, tradiciones y tecnología, abrazado por la fuerza de la naturaleza en todas sus formas. Entre campos de cultivo y dehesas, las arquitecturas ligadas al mundo agrícola y ganadero han dibujado los horizontes castellanos (y de buena parte de nuestra geografía) con estructuras de alto valor estético y cultural. Pozos de nieve, “bombos” de Ciudad Real, chozos, tenadas… y palomares. Estos últimos fueron esenciales en épocas de escasez, cuando el ingenio rural se convirtió en forma de subsistencia.
En tierras castellanas y leonesas, entre colinas suaves y campos de cereal, atravesando pinares resineros que impregnan el aire con su aroma acre y persistente, aparecen a lo lejos pequeñas construcciones coronadas por tejadillos ornamentales. Antiguos refugios de palomas, hoy resisten luna tras luna con un horizonte incierto.
Durante siglos, estas estructuras han dominado y embellecido nuestro paisaje agrícola. No ha sido hasta las últimas décadas, marcadas por la industrialización y el abandono del medio rural, cuando han comenzado a desaparecer y caer en el olvido. Los palomares, con sus formas singulares y su arquitectura modesta pero resistente (muchos en una combinación exquisita de barro y uso de la teja árabe), fueron durante generaciones uno de los pilares invisibles y silenciosos del sustento rural.
En un gesto valiente por recuperar su memoria, la escritora y fotógrafa Irma Basarte ha dedicado años de trabajo a documentar estas construcciones en su obra Palomares singulares I y II. Lo ha hecho junto al reconocido y multipremiado fotógrafo José Benito Ruiz, uno de nuestros referentes visuales más admirados dentro y fuera de nuestras fronteras.
El resultado es una obra que combina relato, imagen y geolocalización, dando forma a un atlas emocional y etnográfico de los palomares singulares españoles.
A través de intensas fotografías y textos cercanos, los autores nos guía por la tradición de la colombicultura, hoy denostada en nuestras megaurbanas ciudades, donde las (ahora grises) palomas son vistas con desdén.
En sus viajes, han podido comprobar que muchos de estos palomares, que antaño salpicaban nuestra geografía, se encuentran en avanzado estado de deterioro. Algunos caen por el uso intensivo del suelo; otros, por la demolición directa o simplemente por el paso implacable del tiempo.
El adobe, uno de los materiales más usados en su construcción, y excelente aislante, es también un elemento orgánico vulnerable: la lluvia y la falta de mantenimiento lo erosionan con facilidad. En la cornisa norte (Asturias, Cantabria), como es lógico, el barro fue sustituido por piedra, más adecuada para soportar los climas húmedos, otorgándoles mayor perdurabilidad.
Más allá de su belleza arquitectónica, los palomares han sido por décadas fuente de vida. Estas aves (tan cruciales durante las guerras del s.XX) proporcionaban carne y además una materia prima de gran valor: la palomina.
Este fertilizante natural era esencial en los campos de labor, pero también se empleaba en la curtición de pieles (como se sigue elaborando en algunas curtidurías tradicionales marroquíes) y, de forma más anecdótica, en la fabricación de la pólvora.
Hoy, cuando muchas de esas funciones han desaparecido o caído en desuso, lo que queda no es solo la ruina física, sino el riesgo de perder también el conocimiento, los oficios y las formas de vida que sostenían estas arquitecturas, antepasados de nuestros propios recuerdos infantiles.
Este tipo de iniciativas, que luchan contra el olvido de una España tantas veces vaciada (ahora tapizada de aerogeneradores y placas especulares), merecen un sólido respaldo institucional. Porque rescatar estas construcciones no es solo proteger un bien patrimonial: es reconectar con una forma de habitar el mundo, con un equilibrio más coherente y eco-lógico entre el ser humano, el paisaje y sus otros seres vivos.
Esperemos que este proyecto no acabe en el columbario del silencio. Ojalá las plazas de pueblos y ciudades se llenen de nuevo de palomas, y ellas, a su vez, puedan regresar a estos refugios que fueron su nido, abrigo y dormidero. Su enjambre seguro.
En un vuelo coral de plumón, arrullos y reflejos iridiscentes.
Dos publicaciones de preciosa factura "Palomares singulares de España" nos invitan a la reflexión sobre el patrimonio rural y los cambios sociales. Una arquitectura especial que desaparece pero que han registrado Irma Basarte Diez y José Benito Ruiz Limiñana en dos libros que muestran la presencia de palomares en todo el país y en especial en Castilla y León. Cuentan además con una asociación que promueve la conservación de las casas de las palomas. Asociación Amigos de los palomares.
Puedes escuchar Conversaciones. Irma Basarte. 08/05/2025 en RNE Audio